¿UNA VEZ EN LA VIDA?
Este último año y medio he podido hacer y ver muchas cosas. Bastantes más de las que me habría podido imaginar años atrás. Hace poco más de un año, ya comentaba por aquí cómo había podido cumplir uno de mis sueños de pequeño: ver lava. Si bien aquella vez era un contexto distinto, un entorno más controlado y una erupción ya activa por varias semanas y no tan agresiva, lo de ayer fue una barbaridad.
Es cierto que Islandia es un país muy activo (se estima que un volcán erupciona de media cada cuatro años), pero lo que está pasando en la península de Reykjanes nos lleva a pensar en una nueva "era" en la que esta actividad esté mucho más presente. Han sido ya, si no me equivoco, ocho las erupciones en la zona, nueve con la de ayer, desde el año 2021; siendo las tres primeras en la zona de Fagradalsfjall y las seis últimas cerca de la ciudad de Grindavik.
Son estas, las últimas erupciones, las que han causado mayor preocupación, puesto que su proximidad a Grindavik han tenido una clara influencia en la localidad, habiendo tenido que desalojar a todos sus habitantes desde Noviembre del año pasado. Sin embargo, la rápida actuación aquí ha reducido casi al máximo los afectados, y por ahora, Grindavik sigue relativamente protegida.
En cuanto a lo que el espectáculo se refiere, lo destructivo que tiene, lo tiene de bello. En cuestión de minutos, la fisura por la que se abrió camino la lava pasó a tener un tamaño de 4kms de longitud y emanaba fuentes de lava de decenas de metros de altura.
Por motivos laborales, yo me encontraba muy cerca, en Keflavik y cuando salí a por el coche, me encontré en frente una pared de fuego enorme que no te imaginas.
Estuve un rato viéndola y hablando con la gente de allí que me explicaban un poco y enseguida me fui al coche para ir a casa a coger la cámara y volver de nuevo.
En el trayecto, convencí a dos compañeros de la tirolina y a eso de las 23:30 emprendimos rumbo a Keflavik de nuevo para ver el espectáculo desde una distancia prudente y sacar unas fotos.
Obviamente, no éramos los únicos que habían tenido esa idea. Todo el mundo que podía se paraba en los arcenes (nosotros no hicimos eso) o buscaban un mirador para poder ver algo que en ocasiones suele presentarse como algo que solo ves una vez en la vida, si eso.
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