Fiordos del Este y un contratiempo en las High Lands

Ayer no pude escribir el blog porque el día acabó tarde, más tarde de lo esperado. 

El plan era conducir por los fiordos del Este  hasta llegar al norte del país, y una vez allí, volver a ver los frailecillos en el pueblo de Huséy. 

De camino a Huséy, recorrimos preciosas carreteras...

... y también tuvimos la oportunidad de seguir viendo más cascadas. 

Sin embargo, no todo fue según lo previsto. De repente, el coche empezó a hacer un ruido raro en la parte delantera, y nosotros, expertos mecánicos, pensamos:  "debe de ser la carretera". Nada más lejos de la realidad, pues apunto estuvimos de perder una rueda. 

Al ver que la situación no mejoraba, y teniendo en cuenta que nuestro mejor diagnóstico no podía ser, ya que estábamos conduciendo por la carretera 1 (la mejor asfaltada del país), decidimos parar para ver qué pasaba. 

Una vez más, pudimos comprobar que no teníamos ni idea. Intentamos preguntar entonces en la única casa que había en kilómetros y que resultó ser un pequeño hotel de carretera.

Allí, La mujer que lo regentaba, y que tenía unos conocimientos de mecánica envidiables, nos hizo entender que una de las ruedas del coche estaba floja y que había perdido uno de los tornillos. Nos facilitó el contacto de un tal Billy, cuya casa "no era dificil de encontrar" al ser la "única casa en kilómetros a la redonda".

Pero no iba a ser tan fácil, porque ya allí nos encontrábamos en la nada y por delante teníamos casi una hora de conducción por una carretera en la que no iba a haber nada ni nadie y con una rueda floja.

El día volvió a dar un giro. La señora nos preguntó a ver hacía dónde íbamos a ir después y tras contarle nuestro plan, nos encasquetó a su hijo a cambio de que este nos ayudara a llegar hasta el famoso Billy. Y para allí que nos fuimos los tres. 

El viaje desde el hotel hasta la casa de Billy se hizo largo y llegamos justos. Una hora de lenta conducción con el coche temblando cada vez más. Al llegar, nos dimos cuenta de que habíamos llegado con un solo tornillo, ¡habíamos perdido tres más! Y la rueda pudo haberse salido. Por suerte, llegamos bien y a tiempo, y en la casa de Billy, que resultó ser un camping increible, pudimos apañar el coche para seguir hasta Akureyri, dónde dejamos a Eynar, el hijo de la señora del hotel.

El viaje duró como casi 3 horas por los high lands (las tierras altas) de Islandia. Unas carreteras increibles, un atardecer de ensueño y unos paisajes que una vez más, te llevaban a otro planeta. Lástima no haber podido parar a hacer fotos. Este momento se quedará para nuestra memoria.

Comentarios

  1. Menos mal que nos lo cuentas a toro pasado. Supongo que ahora sabéis mucho sobre ruedas de coche. No dudo de la belleza de lo que estáis viendo pero lo encuentro
    todo muy solitario. Supongo que llegar a casa fue un placer. Os lo habíais ganado. Besos y abrazos.

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