TRAS LOS PASOS DE BURCKHARDT

Tras la pérdida de todo su poder como ciudad comercial y caer en el olvido, la ciudad de Petra permaneció durante siglos escondida, hasta que en el siglo XIX Johann Ludwig Burckhardt, un explorador suizo consciente de la existencia de "un tesoro escondido", se adentró en tierras jordanas vestido de árabe con el fin de pasar desapercibido y poder reencontrar la ciudad perdida. 

Con esa idea en la cabeza, hoy me he dispuesto a replicar su "descubrimiento" (y he de decir que me ha ido bastante bien, por lo menos lo de mimetizarme, ya que muchos jordanos me hablaban en árabe pensando que era de allí).

Me he puesto un hatta y me he dirigido hacia el Siq, un desfiladero de 1,2 km que me daría acceso a la ciudad perdida y a su tesoro. 

Después, he estado paseando por toda la ciudad pérdida y la verdad es que era increible. 

 

La ciudad, el tesoro lleno de misterio, el monasterio, el gran templo, las fachadas esculpidas en las paredes de arenisca... todo era impresionante, tan impresionante como el desierto en el que se hallaban. 

Y ahí que me he echado horas y horas (concretamente 8) paseando por la ciudad perdida y el desierto. He llegado planchao al hotel, pero no pasa nada porque tras la ducha y un poco de descanso, he ido a cenar al restaurante de uno de los hombres que conocí ayer en el taxi, donde he podido probar, tras recomedanción del chef, lo que decía que era el plato nacional jordano, el mansaf; un plato a base de arroz y cordero acompañado con frutos secos, una especie de torta y una sopa de yogur con la que se aliñaba el plato. Muy rico. 

Termino el día en la sala común del hostel charlando con otros huéspedes y los trabajadores del hostel que me dan alguna recomendación sobre qué hacer, dónde comer...

Gracias por estar ahí. 

Guille.