UN LOCAL MÁS, UN ANIMAL MÁS

Un día más volvía a despertarme en el paraiso, aunque esta vez no estaba planeado; he estado tan a gusto estos dos días aquí, que tras hablar con el guía y el hotel, he decidido quedarme un día más. 

La mañana se presenta tranquila, sin mucho plan, ya que el principal motivo por el que me quedo un día más es por la tarde. Sin embargo, consigo ponerme en contacto con Asmita, una guía local amiga de Deepak con la que quedo para dar una vuelta por la ciudad. Asmita me ha enseñado la ciudad más local y menos turística; hemos paseado en bici por la zona residencial, visitado a algún amigo suyo y tomado un té. 

Después de separarnos, he comido un plato de pasta con verduras y mucho gengibre, que se comía todo el sabor, y he vuelto al hotel. 

Allí había quedado con en el guía para la "actividad" de hoy: ¡volvemos a la selva! Pero esta vez a pasar la noche. 

Estoy muy contento de volver a cruzar el rio en canoa aunque solo sea por unos segundos.

Al otro lado del río nos espera otro guía, el de seguridad, pues por delante tenemos 10 minutos de caminata por la jungla hasta llegar a la cabaña donde pasaremos la noche, y por ley, está obligado el acceso a pie a la selva con dos guías. 

Bien, yo este dato no lo sabía, pensaba que iríamos en jeep hasta la cabaña, y la sensación que tuve al caminar por esa selva en la que podías encontrarte con elefantes, rinocerontes o tigres, es indescriptible. En realidad no fue para tanto, pero a mi esos 10 minutos se me hicieron como 30. Como dice un amigo mío, era una sensación de "susti-gusti". 

Como podéis ver en la foto (a parte de lo obvio, que es que no me paré a enfocarla bien, por lo que sea) no había por qué preocuparse, ya que teníamos una bara (que por lo que decían, era sorprendentemente eficaz) para protegernos. 

En esos diez minutos, pudimos ver algún cocodrilo y muchos ciervos que se asustaban a nuestro paso. 

Y por fin llegamos a la cabaña. 

Increible, ibamos a pasar la noche ahí. En medio de la selva y rodeados por un lado, por un bosque cerrado que daba mucha rienda a la imaginación, y por el otro, por una zona abierta que daba al río y dónde se esparaban muchos animales que irían a hidratarse y a alimentarse. 

Nos acomodamos y no paso mucho tiempo hasta que pudimos empezar a ver los primeros animales acercarse. La paz que se vivía allí era increible, el silencio brutal; hasta se escuchaba el contacto de las hojas que caían al suelo. Eso sí, nada comparado con el momento en el que se empezó a ir el sol. 

Derrepente la selva despertó y comenzó un concierto de sonidos de insectos y animales que ha durado toda la noche. Puedes escuchar un poco aquí 

Al sonido de los pájaros, los insectos y las hojas se le empezaron a unir el de las ramas que movían los monos al saltar de árbol en arbol, el del paso de los ciervos por el bosque o incluso el del cruce por el río de una mamá rinoceronte con su bebé. 

Era como estar dentro de un documental de la 2. 

Estuvimos horas charlando sobre animales, nuestras familias y lo bonito que era el lugar mientras tomábamos té, cenábamos o apuntábamos al bosque con las linternas esperando ver algún animal más. Los rinocerontes estaban cada vez más y más cerca. 

Al rato, nos fuimos a dormir y hoy hemos seguido contemplando este paisaje y un gran grupo de ciervos, mientras tomábamos el té del desayuno. 

Para acabar, hemos vuelto a recorrer los 10' de selva hacia la canoa y ha llegado el momento de decirnos adiós. Creo que me habría quedado más días. La estancia en Chitwan ha sido de lo mejor de lo que llevo aquí. Por la gente que he conocido y por el entorno principalmente. 

*Nota para familiares y lectores/as preocupados/as: no preocuparse, no era tan peligroso como puede parecer, lo cuento así para que os pongáis en situación 😜😜. 

Por cierto, os dejo una pequeña recopilación de las fotos de estos días en Sauraha como os prometí. 

Gracias por estar ahí.