La vuelta al ruedo de Hjálmar y la Hengill Ultra

El año pasado, solo había una cosa que podríamos decir no me convencía del todo de trabajar en la tirolina. Era el no saber del todo cuánto y cuándo ibas a trabajar. Como todo era nuevo para todos, no se pudieron cumplir muy bien los calendarios. Aunque sabíamos que generalmente, la respuesta a la pregunta ¿me toca trabajar mañana? era sí. 

Sin embargo, este año es diferente, y esto lo cambia todo. Ahora, trabajamos en un sistema conocido como 3-2-2, que se distribuye en 3 días de trabajo, 2 de fiesta, 2 días de trabajo, 3 de fiesta y así sucesivamente. Esto es súper cómodo y eficiente porque no acabas quemado; sabes que como mucho, vas a trabajar 3 días antes de un descanso.

Esta semana tocaban tres días seguidos de fiesta y los he aprovechado lo que he podido. 

El viernes, por la mañana, conduje hasta Reykjavik para encontrarme con Sævar. Un compañero de la tirolina del año pasado con el que hice buenas migas y con el que había quedado para desayunar. Sævar ya está jubilado desde hace unos cuantos años, pero le gusta estar activo y me comentó que ahora ayudaba a un amigo en la gestión de unas naves industriales. Desayunamos un té y una kleina (como las rosquillas de la abuela pero con otra forma) en una terraza al lado del puerto pesquero.

Por la tarde, otros amigos de la tirolina del año pasado, me invitaron a un concierto de los Hjálmar, una banda de rock-reggae mítica aquí, que volvían a tocar después de un largo parón. Si os gustan esos estilos, muy recomendables, por cierto. 

El concierto se dió en una sala pequeña en formato acústico y con una acústica sorprendentemente buena. 

Al terminar el concierto, tocaba ir rápido a casa a descansar por que al día siguiente había que madrugar. Me había comprometido con la organización de la Hengill Ultra (una carrera por montaña) en que iba a sacar fotos en la prueba. 

El resultado fueron más de 10 horas de "paseo" en las que la mayor parte del tiempo me encontraba solo en la más absoluta de las nadas y luchando contra un viento peleón, en un paisaje volcánico que no sé qué tiene, pero que atrapa. De vez en cuando pasaba un corredor o corredora. 
La jornada fue dura. Mucha distancia recorrida, frío, algo de lluvia... y un viento que me dificultaba hacer las fotos porque me desestabilizaba todo el rato. Eso sí, fue un buen entrenamiento. Por si pensáis que exagero en lo del viento, esta es la zona en la que puedo poner la cámara mirando para mí sin que se me vuele :)





A pesar de ello, pudimos hacer cosillas. ¿Qué os parecen? 

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